Incomodidad

Esa extraña emoción que no sabes «colocar».

Te mienten, y lo sabes. No te gusta y a la vez te importa una mierda. En su lugar, quizás también yo mentiría. O no. O lo haría mejor. O no.

No lo sé.

  Está emoción sin nombre aún pelea en mi interior.

  Antes la llamé intuición. Y la creí, y la descrei. Y la llamé recuerdos, o avisos de  percepción basada en recuerdos.  No sé.

  Desde hace un tiempo voy sabiendo menos y dudando más.       Y sientiendome  bien, por no saber.

  Conoces al otro. Y lees su intención.  O simplemente, esa vocecita te dice ¡¡ ya está aquí!!

   Peleé contra el dolor, emocional. Peleé contra aceptar que me dejé aprovechar, manejar, no defenderme o sentirme herida.

Y llore, dolió, y acepté.

Mis necesidades. Mis creencias y mis conocimientos sobre los demás. 

   Ahora acepto que algunos somos básicos y otros retorcidos. Que yo acepto mi imbécilidad y me gusta.  Y los demás se creen más listos y repetitivos porque se sienten «más».

  En fin.

   Solo para mí, de mi.

   Te veo. Leo tú forma de pensar y lo que intentas con tan solo tus preguntas, tus tonos o como actúas.

   Y sinceramente, preferiría no tener que  actuar.

No quiero ser correcta, no quiero ser amable, no quiero forzar, ni sentirme forzada. Si somos amigos de verdad, ya lo sabes.

  Lamentablemente me quedan pocos de verdad. Con los que no tengo el actuar.  Ni fingir que me apetece.

  Sorpresa soy antisocial dentro de esta imagen amable.